El Partenón de Atenas, considerado una de las obras maestras del arte antiguo, fue mucho más que un templo. Fue una experiencia sensorial diseñada para asombrar.
Un reciente estudio liderado por Juan de Lara, arqueólogo y profesor de la Universidad de Cambridge, ha revelado que los arquitectos del templo, Ictino y Calícrates, idearon un sofisticado sistema de iluminación natural y artificial para realzar el culto a Atenea Partenos, diosa protectora de la ciudad.
La investigación fue publicada en The Annual of the British School at Athens. Y utiliza tecnología 3D de última generación para recrear el aspecto original del templo construido en el siglo V a. C.
Los resultados desafían la imagen habitual del Partenón como un espacio brillante de mármol blanco. Mostrando en su lugar un ambiente oscuro, cuidadosamente diseñado para el impacto emocional y visual.
El Partenón fue diseñado para impresionar
En su apogeo, el Partenón no solo estaba decorado con esculturas de Fidias y colores vibrantes. También empleaba complejos juegos de luz y sombra.
De Lara explica que su diseño tenía en cuenta la orientación hacia el sol naciente, el uso de techos de mármol translúcido, claraboyas, ventanas estratégicas, e incluso estanques reflectantes con líquidos que amplificaban la luminosidad en momentos clave.
“La estructura del Partenón apunta a un diseño minucioso en el que se priorizaba la luz”, señala de Lara. “Era un sistema arcaico de efectos especiales pensado para crear asombro y subrayar el carácter sobrenatural del lugar”.
En este contexto, la colosal estatua criselefantina (de oro y marfil) de Atenea, obra también de Fidias, se convertía en el foco de una experiencia casi epifánica.
Según el estudio, el efecto culminante era el momento en el que el resplandor de una lámpara. O en raras ocasiones, la luz solar directa iluminaba a la diosa, haciendo que su imagen resplandeciera y simbolizara su presencia divina en la Tierra.
Un legado que sigue deslumbrando
El Partenón ha sido, a lo largo de los siglos, templo, iglesia, mezquita y polvorín, y su historia está marcada por transformaciones, daños y disputas. Sus frisos originales, trasladados al Museo Británico por Lord Elgin en el siglo XIX, siguen siendo motivo de tensiones diplomáticas entre Grecia y Reino Unido.
Hoy, gracias a los avances tecnológicos y a investigaciones como la de Juan de Lara, se puede recuperar la memoria estética y espiritual del Partenón, más allá de las piedras desgastadas que contemplamos en la actualidad.
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